La formación de grandes valles fluviales como los del Cinca o el Ebro,
son procesos que precisan largos periodos de tiempo, y que se ven
condicionados por las características climáticas de la cuenca. La
sedimentación fluvial además, no es un proceso constante en el tiempo.
Terraza colgada del Cinca en una de las planas del Cinca Medio |
Es evidente que pueden producirse cambios de tipo cíclico o estacional, de modo que en algunos lugares se sedimente en unas épocas del año y se erosione en otras.
Sin embargo, la dinámica de un río puede verse drásticamente alterada por un cambio en el nivel de base (altura a la que se encuentra el cauce respecto al punto de desembocadura) Esta alteración puede deberse a dos causas:
-Elevación o hundimiento de la zona que atraviesa el río.
-Subida o bajada del nivel del mar por un calentamiento o enfriamiento del clima en todo el planeta.
En estos casos el agua estará a mayor altura de su nivel de base, y por consiguiente tendrá mayor energía potencial. Llegará entonces un periodo fuertemente erosivo en el que el río se encajará en un terreno en el que antes sedimentaba, y con el tiempo generar una nueva llanura de inundación unos cuantos metros más debajo de la original. Si este fenómeno se repite varias veces, el valle fluvial presentará a ambos lados del cauce una serie de escalones, más modernos cuanto más nos acerquemos al cauce: las terrazas fluviales.
En las terrazas fluviales se pueden encontrar todas las marcas de transporte y sedimentación fluvial (gravas, arenas, cantos rodados, imbricación de cantos) excepto uno: que por allí ya no pasa el río.
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