El pasado martes día 6 de marzo, el alumnado de 3º de ESO acudió a plantar carrascas en terrenos municipales. Nuestro agradecimiento a Ana Adán y a Rosa Allúe, las técnicos municipales que nos guiaron y ayudaron.
Aquí, algunas de las imágenes de la mañana.
miércoles, 7 de marzo de 2018
martes, 6 de marzo de 2018
EVOLUCIÓN HUMANA Y VERDADES A MEDIAS
Seguramente las verdades a medias son las peores mentiras. Cuentan que en el Siglo XVII un capitán de navío que cubría la ruta entre Huelva y las Américas, tenía un primer oficial con demasiada afición al vino. El capitán le había advertido varias veces que si seguía en semejante estado de embriaguez permanente se vería obligado a dejar constancia de ello por escrito en el diario de a bordo; amenaza grave, puesto que tal acta suponía la degradación y expulsión de la oficialía tras la llegada a puerto. Finalmente una noche el capitán escribió: “Día 7 de agosto. Hoy el primer oficial estaba borracho”. Enterado el primer oficial suplicó al capitán que borrara aquello y que le diera una nueva oportunidad, pero el capitán no dio marcha atrás. Al día siguiente el primer oficial, encargado ese día de anotar las incidencias en el diario, escribió como venganza: “día 8 de agosto. Hoy el capitán estaba sereno”. La anotación no constituía ninguna mentira en absoluto, pero ¿qué impresión causaría al lector? ¿De quién desconfiaría más el almirantazgo ante las dos anotaciones?
No ha habido con toda seguridad una verdad a medias más extendida y más engañosa en el campo de la Ciencia que la imagen rutinaria y estereotipada que se suele ofrecer de la evolución humana en medios de divulgación y libros de texto.
La evolución humana es representada como una flecha. En la parte izquierda se coloca un mono arborícola. A su derecha un australopitecus. Más adelante, siempre dirigiéndose por un sendero imaginario, un homo hábilis. Más tarde un homo erectus, luego un neanderthal y por último un ser humano moderno. Vista de este modo parece como si la evolución fuese un tobogán que inevitablemente desemboca en nuestra especie. Da la impresión de que los simios hubieran estado sometidos a una misteriosa tendencia que los conduce en dirección a la inteligencia humana. Es como si la evolución estuviese, a pesar de todo, dirigida por unos hilos ajenos a la propia vida.
Sin embargo tal imagen es un pálido y sesgado reflejo de la realidad. La complejidad de la evolución humana es mil veces más rica y desde luego no hay nada que haga pensar que sea un camino trazado con una finalidad predestinada. Nada en absoluto. Como guinda, esas reconstrucciones siempre presentan dibujos de individuos de piel blanca y sexo masculino. No sólo es una imagen simplista, sino que también es racista y machista.
La historia de la evolución humana, reconstruida gracias a abundantes restos fósiles y relojes moleculares no es una flecha, se asemeja más bien a un árbol. El tronco arrancaría de los últimos antepasados comunes entre los chimpancés y los humanos, allá por el mioceno, hace unos 10 millones de años. Nuestra rama, los homínidos, originó pronto tres géneros: los ardipithecus, los australopitecus y los paraantropus. De cada uno de ellos se conservan restos fósiles de varias especies. Todos ellos eran simios bípedos que habitaron África hasta hace un millón de años. Pero mucho antes de su desaparición, las mutaciones y la selección natural hicieron aparecer una nueva rama: el género homo que daría lugar a varias especies de aspecto más parecido a los humanos actuales: rudolfensis, hábilis, ergaster y antecesor, que a su vez evolucionaron a nuevas especies a partir de poblaciones asentadas en Asia (erectus) y en Europa (heidelbergensis y neandertales)
Estos debieron ser momentos excitantes puesto que había épocas en las que existían a la vez hasta 10 especies diferentes de homínidos. Momentos en los que convivían 10 humanidades distintas, coexistiendo en los mismos lugares y compartiendo los mismos recursos. Pero hace unos cien mil años todo cambió cuando, de nuevo en África, evolucionó nuestra especie (h. sapiens). Ésta se iría expandiendo y acabaría con el resto de especies de homínidos.
El árbol ha quedado desmochado y con una sola ramita viva. De las 80 especies de primates, nuestra familia sólo cuenta con una: nosotros. Pero eso no es todo. Las 80 especies de primates representan un grupo minúsculo dentro de los mamíferos, a diferencia de las 1000 especies de roedores o las 1000 especies de murciélagos. A su vez, las 4000 especies de mamíferos representan un grupo escaso de vertebrados, en comparación con las veinte mil especies de peces. ¿Continuamos? Tal vez parezca un número grande las cuarenta mil especies de vertebrados pero se trata de una cifra ridícula en comparación con el millón de especies de insectos que habitan la Tierra. Un matemático diría que es una buena aproximación decir que todos los animales de la Tierra son insectos. Un marciano que estudiara la vida animal en la Tierra, sin duda llegaría a la conclusión de que la evolución ha conducido al éxito incuestionable de los insectos. De los vertebrados diría que hemos conocido épocas mucho mejores. En los libros de texto, sin embargo, nunca aparecen como ejemplo de evolución los insectos pese a que no han hecho más que expandirse por todos los ambientes imaginables y su número de especies no ha parado de aumentar. Los insectos no son representados como ejemplo de éxito evolutivo. Los insectos nunca son ejemplo de nada.
Tal vez a alguien le suene triste pero nuestra especie es un subgrupo escaso dentro de un grupo escaso dentro de otro grupo escaso. Si somos el resto de un resto ¿cómo se puede afirmar que la inteligencia humana es el producto final y esperable de la evolución?
Por último, es interesante recordar que los australopitecus habitaron la Tierra durante al menos tres millones de años, pese a que hoy los consideraríamos estúpidos y poco inteligentes. Nuestra especie lleva aquí unas decenas de miles de años. ¿Alguien apostaría a que vamos a durar más que los australopitecus?
Manuel Buil Trigo
Más información en:
http://www.monografias.com/trabajos48/origen-universo/origen-universo5.shtml
Stephen Jay Gould “La grandeza de la vida” (Editorial temas de hoy) Última edición: 2007
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