El pasado viernes 25 de octubre protagonicé un envenenamiento siguiendo las absurdas pautas de la homeopatía en clase de Cultura Científica de 1º de Bachillerato. En un primer momento iba a envenenarme con lejía pero al final opté por el ácido sulfúrico... me gusta jugar duro.
Siguiendo el estúpido principio de la homeopatía que asegura que "cuanto más diluido, más potente en los efectos", diluímos 1 ml de ácido sulfúrico en 100 ml de agua (dilución 2). Luego tomamos 1 ml de esa disolución y la diluímos en 100 ml de agua (dilución 4) y así sucesivamente hasta tener una "dilución 40". Entonces tomé ese último vaso y me lo bebí de un trago. Y bien... estoy aquí todavía. Naturalmente sabía que no me pasaría absolutamente nada... no soy tan temerario. A partir de la dilución 23, no quedaba ni una sola molécula de ácido en los vasos. Sólo quería hacer notar a mis alumnos que los llamados "medicamentos" homeopáticos se obtienen por diluciones 30 o 40 de diversos principios activos. Es decir... son agua pura.